Para entender en qué consiste la cromoterapia, hay que tener una noción más o menos clara de lo qué es el color.

El color

Probablemente, aunque anteriormente ya se habían definido diferentes teorías, el que proporciona la explicación definitiva es Isaac Newton, en 1672, cuando descubre los componentes de la luz blanca con ayuda de un prisma: comprobó cómo este refractaba un simple rayo de luz en un espectro de color.

Así, el color de un objeto está determinado por el hecho de que su estructura molecular pueda ser atravesada por ciertos colores del espectro o refleje otros.

El color ha sido administrado como una modalidad terapéutica desde la prehistoria. Las culturas antiguas conocían y respetaban el uso de los colores, eran conscientes de su entorno y de su cuerpo más de lo que lo es el hombre actual. Los egipcios construyeron templos especialmente coloreados para tratar a los enfermos.

Cromoterapia

Pero su aplicación moderna queda establecida cuando Albert Szent (Premio Nobel de Medicina en 1937) descubre que determinadas hormonas y enzimas cambian su cometido y sufren modificaciones moleculares al ser estimuladas por distintos colores.

Y es que, como ya vimos en esta entrada, el color tiene un efecto muy intenso sobre nosotros, aunque por lo general no somos conscientes de ello. Sin luz no hay color y sin la luz y el color no se dan las condiciones para el perfecto funcionamiento fisiológico del organismo.

Cromoterapia

Hay que destacar que la cromoterapia médica tiene un enfoque básicamente psicológico, con bases neurocientíficas y por ende neurológicas, y que no debería ser mezclada con otras prácticas más “esotéricas”.

También debe ser diferenciada de la fototerapia, que hace referencia al uso de distintas longitudes de onda y no exclusivamente a las del espectro visible, como lo hace la cromoterapia.

En 1903, Niels Ryberg Finsen, médico de la Universidad de Copenhague, recibió el Premio Nobel por sus trabajos sobre la actividad lumínica sobre lesiones dermatológicas y es considerado el padre de la fototerapia.

Pues bien, la cromoterapia es un método que utiliza los colores para tratar trastornos emocionales.

Cada color emite unas vibraciones características que tienen la capacidad de calmar, inspirar, excitar, equilibrar o alterar nuestras percepciones.

De igual modo que las plantas transforman la luz solar en energía por medio de la fotosíntesis, el ser humano, al percibir la luz coloreada, asimila sus diferentes vibraciones y las aprovecha para regular desarreglos energéticos de su organismo.

En estética se utiliza la luz LED para diferentes tratamientos que, según su longitud de onda, puede tener cualidades interesantes:

  • Azul: acción bactericida
  • Verde: activador enzimático
  • Amarilla: atenúa las manchas y unifica el tono de la piel
  • Roja: acción bioestimulante y reparadora

Los efectos del color en la cromoterapia

Es innegable que todos sentimos los efectos del color, basta con entrar a una habitación pequeña, pintada de rojo intenso y muy iluminada para ver como estaremos al cabo de un tiempo.

Pero es que cada color tiene un cometido en cromoterapia. Los expertos sostienen que todos son buenos para la salud, porque cada uno tiene su aplicación. En el arco iris que somos y en la variedad de emociones y de circunstancias vitales que poseemos, para cada una de ellas, habrá un color que sea el adecuado para potenciar el bienestar.

Hoy en día, en el entorno hostil en el que habitamos, donde el cemento predomina, donde la desnaturalización se ha convertido en hábito y donde nuestras preocupaciones cotidianas nos consumen, tenemos un potencial enorme en alternativas como la cromoterapia.

Quizá no sea mucho, pero si elegimos los colores adecuados en nuestra vestimenta, accesorios, decoración, etc., crearemos un entorno cromático adecuado para modificar estados de ánimo que han alterado nuestro equilibrio global.

Además, la cromoterapia no tiene efectos secundarios, no es invasiva y está indicada a cualquier edad o estado.

La vida irradia color.

Rudolph Steiner.

Foto: Lalo Guerra